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Los sistemas de alta eficiencia energética persiguen la mejora continua en el empleo de la energía mediante un uso más eficiente de la misma, reduciendo su consumo, los costes financieros asociados y las emisiones de gases de efecto invernadero, así como mediante el mejor aprovechamiento de las energías renovables. Estos sistemas son complementarios a otros modelos de gestión de la calidad o medioambientales ampliamente conocidos.

Estos sistemas permiten reducir la factura energética progresivamente en una empresa desde su implementación, alcanzando en breve tiempo un ahorro energético superior al 20%, sin afectar a los servicios dispensados.

Para contribuir a la mejora de la eficiencia energética, deberán considerarse una serie de factores directamente implicados como:

  • Las condiciones climáticas de la región.
  • Las particularidades locales de la zona.
  • Las necesidades de ambiente en el interior de la edificación.
  • La relación coste-eficacia de las inversiones en los elementos y máquinas que conforman las instalaciones.

Las recomendaciones para dicha mejora estarán basadas en una combinación de normas de construcción y equipamientos: materiales de construcción, aislamientos, ventilación, calefacción e iluminación…, de tal forma que se pueda garantizar un funcionamiento integrado de los diferentes sistemas sin que el funcionamiento de alguno de ellos suponga un derroche de energía.